lunes, 3 de abril de 2017

¡El enemigo más querido del Perú!

¡Ven! ¡Acércate! Te voy a contar una historia que no te la dirá alguien más y que sin duda, te hará creer que un buque también puede tener un corazón humano. Siéntate y escucha mis palabras porque la historia a veces se olvida y pocos se atreven a recordártela.

Era mayo de 1877, cuando un grupo de partidarios de Nicolás de Piérola abordó el Huáscar y a una sola voz gritaron: ¡rebelión! Saliendo del Callao inmediatamente al mando del Capitán de Corbeta Manuel María Carrasco.

Recuerdo que en apuros el Capitán de Navío Federico Alzamora, quien se encontraba en tierra y tenía el mando original del Huáscar, parte al puerto del Callao junto con una compañía con la esperanza de detener la partida del monitor rebelde y reducirlo al orden.

Lamentablemente para este capitán ya era demasiado tarde, el Huáscar estaba fuera de alcance. Así que decidió ponerle fin al asunto y usar a nuestro buque más poderoso: la fragata Independencia.

El teniente primero Federico Rincón, quien estaba al mando de ese buque, accede a la petición de encender las hornillas y preparar la artillería. Por si fuera poco, la corbeta Unión se unió también a la captura, pero ya el monitor rebelde había escapado. 

Sin embargo, el monitor no las tendría nada fácil, porque lidiaba con sus tripulantes, sus maquinistas ingleses se negaban a entrar en rebelión, por lo que el Huáscar tenía que utilizar solamente sus velas para escapar. Todo el combustible que tenía le alcanzaba solo para seis días.

Poco a poco los suministros se iban agotando, el Huáscar tenía las horas contadas sino se abastecía, lo que lo motivó a recalar a las islas Chinchas, en donde un barco guanero le proporcionó lo que necesitaba. Poco tiempo después padecería de la misma circunstancia, obligando al monitor a tomar del buque inglés Ynusina, cien toneladas de carbón, víveres y otros artículos.

Luego de cuatro días, hace su aparición Nicolás de Piérola abordando al Huáscar en Antofagasta, junto con otros revolucionarios. Para ese entonces, el monitor rebelde surcaba impunemente el mar, invadiendo puertos, desafiante ante cualquier amenaza que se le presentara.

Los maquinistas ingleses que no quisieron continuar con la rebelión fueron desembarcados, siendo reemplazados por dos franceses. Siguiendo con la marcha, el Huáscar fondea en Pisagua tomando el puerto pese a obtener resistencia de la población.

El gobierno del Perú, harto de la osadía del Huáscar, organizó una División Naval compuesta por la fragata Independencia, al mando de Juan Guillermo Moore, el monitor Atahualpa, a cargo de Gregorio Miró Quesada y la corbeta Unión por Nicolás del Portal. La consigna era una sola: ¡darle caza al monitor rebelde!    

El once de mayo se inició la búsqueda partiendo del Callao hacia Iquique, en donde para mala suerte del Huáscar, la Pilcomayo decidió unirse a la cacería. Pero no todo era desfavorable para el monitor rebelde. Pese a que la División Naval estaba compuesta con los mejores buques del Perú, estos se encontraban en muy mal estado. El Atahualpa iba remolcado por el transporte Limeña, porque no poseía andar propio. La Independencia pese a ser nuestro más poderoso buque, tenía las calderas en mal estado y apenas andaba. Los otros buques restantes no eran rivales para el Huáscar. 

Conociendo estas carencias, el presidente del Perú Mariano Ignacio Prado, pidió al gobierno chileno su ayuda para capturar o destruir al Huáscar, sin embargo, este se negó. Para 'La Estrella Solitaria' su intervención era contrario al Derecho Internacional, así que solo se limitaría a aplicarle las reglas de la neutralidad si arribaba a sus puertos.

Diario El Comercio 1877, parte de la colección del INEHPA
La suerte parece acabársele al monitor rebelde. Punta Pichalo fue testigo del desafío del Huáscar a la División Naval que lo había encontrado. El Atahualpa tuvo que ser dejado en Iquique porque era demasiado lento y no sería oponente para el monitor rebelde en caso de enfrentarse. 

El cerco iba apretando, al Huáscar no le quedó más opción que hacerle frente a la Independencia, Unión y Pilcomayo, rompiendo fuegos por la tarde. La lucha duró una hora habiendo llegado incluso a acercarse a tiro de fusil. El monitor rebelde toma ventaja de su velocidad y sale del alcance de la fragata Independencia. Solo la corbeta Unión podía alcanzarlo.

Jamás la Independencia había sido severamente castigada como en aquel combate. El Huáscar era un enemigo tan poderoso, que la fragata tuvo que mantener distancia para no seguir recibiendo daños. La Unión también recibió proyectiles, aunque sin mayor riesgo.

28 de mayo de 1877, no lo olvides nunca. El monitor salió victorioso ante la mirada impotente de buques peruanos que no pudieron hacer nada para detenerlo. La Unión no quiso perseguirlo por temor a quedarse sola, la Independencia y Pilcomayo no podían ya combatir.

Pero, ¿quién era el hombre que había hecho del Huáscar un buque temible? Era el Capitán de Fragata Luis Germán Astete, un experimentado marino a quien el destino le tendría preparado un heroico desempeño en la Guerra del Guano y del Salitre. Piérola, seguía a bordo del monitor rebelde y estaba complacido con la destacada participación del comandante Astete.

Pese al duro encuentro contra la flota peruana, el Huáscar no tendría descanso y un día después se vería las caras con un terrible oponente, la escuadra inglesa.

La escuadra extranjera que se encontraba en el Pacífico, ya le había advertido al Huáscar en reiteradas ocasiones que pare con los actos ilegales que venía cometiendo contra buques y propiedades británicas, de lo contrario el monitor rebelde sería tratado como buque pirata y su destino sería el fondo del océano.

¿Sabes qué hizo el Huáscar ante esta amenaza? ¡Alzó aún más alto el pabellón peruano y presentó bandera de combate! Y así fue, el 29 de mayo de 1877 se libró el combate de Pacocha. 

Dos poderosos buques de la escuadra inglesa, el Shah y el Amethyst no dudaron en enfrentarlo. Piérola arenga a sus tripulantes y los motiva a defender ya no una revolución, sino su pabellón.

El combate comienza con una gran persecución entre el Shah y el Huáscar. Germán Astete tenía la idea de hacer encallar al buque inglés, llevándolo a zonas rocosas, mientras que eran atacados con todo el poder que representaba un buque de tal categoría.

Los tiros más certeros que le llovían al Huáscar provenían del Amethyst, sin embargo, no pudieron parar su velocidad. El Huáscar intenta hacer uso de su espolón, pero los buques ingleses eran tan rápidos como el monitor peruano. La contienda se iba describiendo como ¡titánica!

La mayoría de cañonazos fueron esquivados por el Huáscar, sin embargo, la ametralladora Gatling de los ingleses cobró importantes daños. El Huáscar debía ser rematado, así que el Shah hace uso de un arma desconocida para el Perú, un torpedo Whitehead fue lanzado para destruir al monitor. Todo el avance tecnológico que la época podía ofrecer era lanzado contra el Huáscar.

Afortunadamente el torpedo fue esquivado por el monitor rebelde, que pudo escapar sin rendirse. Fue la única vez que un buque peruano encaró a dos buques ingleses, saliendo airoso y una vez más desafiante.

Dos días después de aquél mítico combate, el Huáscar por cuenta propia decide rendirse, poniendo punto final a sus tremendas historias. Si no te lo contaron, ahora puedes correr a gritarlo: ¡el Huáscar tuvo vida propia y nos regaló inimaginables aventuras!

Terminado el relato, mi abuelo, quien había sido uno de los tripulantes de aquel monitor rebelde, durmió tranquilo para no despertar jamás. Nunca supo que dos años más tarde, aquel buque pirata nos regalaría una vez más grandes correrías en la Guerra del Guano y del Salitre, pero esa es otra historia...


Colaboración: Instituto de Estudios Históricos del Pacífico

Bibliografía: "Historia de la Marina de Guerra del Perú", Manuel Vegas. (Colección bibliográfica del INEHPA)