La Rinconada: una resistencia con cuchillo y a puño limpio
Señor General:
“He procedido a examinar todos
los lugares que pueden ser vulnerables para el enemigo, así como también las fuerzas
que en la actualidad defiende este lado de la Línea. En el estado que
actualmente se encuentra, creo sumamente fácil y aún probable una invasión del
enemigo por este lado, tanto por la carencia de elementos de artillería para su
defensa, cuanto por el reducido número de tropa que los custodia, y sin ser
esta de Línea, careciendo de instrucción y disciplina…”
Así describió el Jefe Superior Militar Mariano Vargas la
situación en la que nos encontrábamos, días previos al combate y es que defender
La Rinconada con poco más de 300 hombres mal armados no era lo adecuado.
Poseíamos 180 hombres de infantería cívica y formábamos el llamado Batallón
Pachacamac a cargo del Coronel Manuel Miranda. Teníamos un escuadrón de 100
hombres de la 1era Brigada a pie y 50 hombres de la Tercera Brigada de
caballería sin caballos. Así como se lee.
El armamento con el que contábamos eran rifles de sistema
Minié. Sin embargo no todos teníamos dicho rifle, algunos como yo debían
defender su posición a puño limpio. Felizmente un afilado cuchillo sería mi
único aliado en la resistencia. Se nos ordenó construir una zanja de 2 metros
de ancho y 1.50 metros de profundidad. En la parte posterior, a un metro de la
zanja, se levantó un parapeto hecho con piedra de cantería y material extraído
de la excavación. Delante de la zanja se colocaron rieles entrecruzados con la
finalidad de crear un obstáculo adicional.
Cuchillo empleado en la defensa de Lima, parte de la colección del INEHPA |
Nuestras fuerzas se colocaron detrás del parapeto y la zanja
servía como un impedimento más al enemigo. Éramos pocos y con escasa
preparación, sin embargo no le será tan fácil al invasor pasar por aquí si
desea hacerlo. Algunas vidas le costará y si hemos de morir pues que sea
dignamente aunque muchos aquí tengamos miedo.
Cuando el enemigo se nos presenta un 9 de enero de 1881, los
trabajos de construcción para la resistencia aún no estaban concluidos. Debía
apresurarme en afilar el cuchillo con alguna piedra, la hoja debía estar en
buenas condiciones y su filo tenía que ser una verdadera amenaza para mi
oponente. Tal vez una bayoneta enemiga me traspase la carne, pero al menos un
chileno me llevaré al otro mundo.
En la mañana del 9 de enero los cerros de La Molina estuvieron
repletos de chilenos que con caballería e infantería decidieron atacarnos. Sin
embargo su andar era sin temor ni apresuramiento, debido a que nuestras balas
por la pésima calidad y alcance de los fusiles, no llegaban con efectividad a
dichas alturas y más bien caían al suelo por gravedad.
Orozimbo Barbosa era el comandante del ejército invasor al
que le fue impuesta la misión de hacer un reconocimiento del terreno en el que
nos encontrábamos. El resultado del combate no fue más que una prueba de
nuestras fuerzas, lo que venga después del Combate de la Rinconada será una
prueba de nuestras debilidades.
El cuchillo sirvió para repeler la carga de un chileno
enceguecido por la cólera. Sangre peruana es lo que deseaba. Yo no estaba
dispuesto a morir pese a que me rozaban las balas, nunca antes había sentido
tanto miedo, sin embargo sabía que si portaba este cuchillo algo podía hacer,
mientras que algunos de nuestros defensores se iban a los puños con los
chilenos. Esto ya no se trataba de un combate por la patria, sino una lucha por
nuestras vidas. Nadie quería morir, el poder de la bayoneta era
temible y caer desangrado era un espectáculo que nadie quería ni mirar. Nunca
entendí como el filo de mi cuchillo ahuyentó a cuanto chileno quería matarme.
Recuerdo que apuñalé a un oficial enemigo, pero lo hice en defensa propia, el
miedo y la adrenalina corren tan rápido que lo único que me importó era salir
bien librado de la pelea, un niño que se encontraba cerca a las haciendas fue
testigo mudo de la muerte del oficial. ¡Dios! Espero que algún día
entienda que lo hice en defensa propia. ¡Qué será de ellos cuando el enemigo
decida atacar con todo su poderío a Lima!
¿Qué estará pasando en San Juan y Miraflores? Espero que
estén preparados, el enemigo no viene dispuesto a perdonar nuestros errores. ¡Chile
ya está aquí! Y lo único que los separa de nuestros hogares y familias somos
nosotros. Un oficial y seis soldados muertos fue el resultado de la primera
lucha por la defensa de Lima, quince heridos tuvimos de los cuales la mayoría no
poseía armamento para defenderse.
La contienda en la que fuimos superados en número fue
brutal, no quiero imaginarme si el enemigo decide atacar por nuestras costas,
apoyado por su poderío naval debe ser aterrador, espero nuestras líneas
resistan. Jóvenes y puede que hasta niños entren en batalla, si eso pasa espero
que uno de ellos dé la talla.
Ganemos o perdamos me gustaría saber si un niño puede
cambiar el destino por la defensa de Lima. Suerte a todos nuestros defensores,
la verdadera lucha, aquí en Lima, recién está por comenzar…
Colaboración: Instituto de Estudios Históricos del Pacífico
Bibliografía: "Historia del distrito de La Molina", Municipalidad de la Molina en conjunto con el Instituto de Estudios Históricos del Pacífico. (Colección bibliográfica del INEHPA)
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