jueves, 25 de febrero de 2016

La bala peruana que juró hundir al Huáscar

Luego del combate naval de Arica perdí la memoria, tengo vagos recuerdos de aquel 27 de febrero enero de 1880. Algunos me atribuyen la muerte del comandante enemigo Manuel Thomson, otros que simplemente fui uno de los tantos proyectiles que fueron lanzados hacia un buque invasor pero que, irónicamente, era muy querido por todos.

No recuerdo si logré mi propósito, pero sí la duda y el temor que sentí al tener que atacar a una embarcación que había jurado siempre protegernos. Estuve abordo del monitor Manco Cápac. Yo era una de las tantas balas, en forma de esfera, que habían sido asignadas a dicho monitor. La brisa marina y el agua salada eran los peores enemigos para un objeto como yo, pero saben, eso no me importaba. El aroma del mar me encantaba y siempre sentía curiosidad en mirar por el filo de la cubierta y maravillarme con las puestas de sol.


Poderosa bala del cañón Dalhgren de 500 libras 
Muchas balas se sentían inquietas, como esperando que todo de una vez termine para poder llegar a tierra y descansar, otras refunfuñaban de su suerte y se maldecían entre ellas porque quedarían en el olvido. Sin embargo, yo disfrutaba de la compañía de los artilleros que estaban a cargo de la torre blindada del monitor. Pertenecí a la artillería del poderoso cañón Dahlgren de 500 libras y 15 pulgadas y era una bala temida por algunos marinos e insignificante para otros.

Solamente si me colocaban dentro del cañón podría desplegar mi verdadero poder. Si se trataba de defender a mi patria, era la primera en ofrecerme a ser lanzada. Esos días previos al 27 de febrero fueron tranquilos para mí, sabía que estábamos en guerra, sin embargo me mantenía serena, a la espera de probar mi fuerza.

Recuerdo encontrarnos en la bahía de Arica cuando mi comandante, José Sánchez Lagomarsino, ordena salir de nuestro anclaje. Era la tarde del 27 de febrero de 1880 y debía tomar mi posición de ataque, por encontrarme resguardado no podía ver a nuestro enemigo, quería posicionarme en primera fila para ser colocada primera en el cañón. Era muy pesada y no podía moverme, otras balas me rodeaban, nos habían apilado prácticamente una encima de otra, todas sabíamos que una vez colocadas en el cañón moriríamos o perderíamos la memoria, pero nada importaba si era por defender al Perú.

¡A las armas! ¡El enemigo se acerca! ¡Fuego!, podía escuchar, pero estaba ciega, no podía ver nada, nos encerraron esperando el momento para salir a matar. De pronto, comenzamos a salir una por una. Quería ser la primera en surgir, mi deseo por defender al Manco Cápac era grande, podía ver al cañón Dahlgren en su máxima expresión, el sonido que emitía era terrible, muchos proyectiles eran lanzados pero nadie aún me utilizaba.

La impaciencia y el enojo por no tomárseme en cuenta comenzaban a apoderarse de mí. Ni siquiera sabía si estábamos ganando o perdiendo, únicamente veía el gran esfuerzo de los marinos peruanos para disparar el cañón. Hundiré los buques de la ‘Estrella Solitaria’, no dejaba de repetir. No importa lo que pase, ni el blindaje enemigo que se interponga, ¡los hundiré!

Fue en ese momento que dos artilleros intentaron cargarme pero no pudieron, era muy pesada y apenas podía rodar. Era prácticamente un objeto inamovible, no lo lograrán si no traen ayuda. El cañón estaba cerca, pero la premura del combate y mi peso fueron los cómplices perfectos para que no fuera lanzada.

Comenzaba a frustrarme, podía sentir el fuego enemigo impactando en la cubierta y torre del Manco Cápac, si no me colocan en el cañón cuanto antes mi designio de defender este buque será una promesa rota. ¡No se rindan!, les gritaba a mis defensores. Entonces cuando creí que viviría para lamentarme, me levantan entre cuatro marinos y me colocan dentro del cañón.


Feroz combate entre monitor Manco Cápac y el monitor Huáscar
Al cargarme sentí mucho orgullo, quería despedirme de ellos y agradecerles por estar aquí. ¡Jamás los olvidaré!, les prometí y aunque sabía que perdería la memoria o terminaría destrozada, tenía la fe de que algún día una nueva generación de peruanos me encontraría. Mi duración fue corta pero nunca me lamenté por eso, estaba feliz de mi misión en este corto tiempo que se me prestó.

Fue en ese momento que la mira del cañón apunta al buque enemigo, era nada más y nada menos que el monitor Huáscar, que ya navegaba con bandera invasora. No podía creerlo, el buque de los sueños en el que todo peruano quería viajar nos atacaba. La cañonera Magallanes lo acompañaba pero era el Huáscar el que nos atacaba con todo su poder.

Todos aquí hablaban de la muerte como parte de la vida, mientras que para mí la muerte es la ausencia, el olvido. No quería desaparecer siendo lanzada al buque que alguna vez juró protegernos, me negaba a entender que el Huáscar no volvería triunfante al Callao. ¡No puedo hacerlo!, me dije.

La mira del Dahlgren estaba fija en el Huáscar pero mi decisión de salir disparada estaba en duda. De pronto, un oficial que dirigía los disparos acaricia el cañón y con una valiente determinación y sola una lágrima en los ojos me gritó: ¡Hundiremos juntos al Huáscar!

Una leve sonrisa me pareció notar en su rostro. La fuerza y el espíritu del comandante que llevó al Huáscar a navegar alguna vez hacia la gloria, me dieron el coraje y la fuerza para demostrar mi poder. El buque de Grau era ahora el enemigo y mi misión era hacerlo tocar fondo.

Una gran explosión se escucha y soy enviada por los aires hacia el invasor. Mientras surcaba los cielos pude ver al Huáscar desfilar con bandera enemiga y pese a que alguna vez defendió nuestros mares ahora aplasta nuestros sueños y se interpone en la promesa de vencer.

La gravedad toma el control y me dirige con una fuerza descomunal hacia mi eterno amigo, que pese a tener la bandera de la ‘Estrella Solitaria’ siempre navegará firme en el corazón de cada peruano. El fuerte impacto pone punto final a mi historia y esta lección ya no es para mí, sino para los nuevos peruanos. Ahora soy únicamente la bala que tanto anhelaba ser: paciente, amante del mar y orgullo infinito por la patria que juré defender.


Colaboración: Instituto de Estudios Históricos del Pacífico

Bibliografía: Melo Moreno, Rosendo (1911), Historia de la Marina del Perú. Tomo II. Lima: El Auxiliar del Comercio (Colección bibliográfica del INEHPA)


  

3 comentarios:

  1. Me gustaria mas si el articulo tuviera datos mas datos historicos y fuera mas historia que poesia.

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    1. Muy buenos días, agradecemos tu comentario, sin embargo, debemos indicar que el estilo de este espacio es narrativo. Toda la información verídica con respecto a este texto se encuentra en la historia misma del relato, te invitamos para el día sábado a leer el desenlace de dicho combate. Que tengas un buen día y reiteramos nuestro agradecimiento por tu aporte.

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