viernes, 15 de enero de 2016

Miraflores, historia de una bandera  

Recuerdo aún el humo que salía de Chorrillos y Barranco envolviendo los reductos. Nadie sabe cuándo se desataría el infierno, pues el momento de la verdad llegó y solamente había que saber quién haría el primer disparo.

El olor a madera quemada y metal fundido que venía de Chorrillos y Barranco, llegaba a Miraflores en donde habíamos construido nuestra trinchera. Hicimos diez reductos, que iban desde una quebrada (Larcomar) hasta el distrito de Ate. No importaba las campañas anteriores, el Huáscar regresó al Perú con bandera chilena, el viejo Bolognesi y sus titanes del morro no vendrán para salvarnos. Ahora somos los civiles quienes defenderemos la honra de la patria. Suena glorioso pero no lo es, todos tenemos miedo, jamás habíamos matado, nunca respiré tanta muerte.

Era 15 de enero de 1881 y me izaron en el Reducto número 2, ubicado junto a la línea del ferrocarril entre Lima y Chorrillos, que estaba a cargo del notable abogado Ramón Ribeyro. Flameaba con el nombre de Batallón número 4 y a pesar de saber que San Juan y Chorrillos habían caído, no podía evitar que el viento desplegara mis hermosos colores.

Mi trinchera está defendida por abogados de  Lima, quienes llegaron de los juzgados a oponer resistencia. A lo lejos podía divisar el Reducto número 1, en donde se encontraba el batallón 2, compuesto por sencillos comerciantes al mando del Coronel Manuel Lecca, entre sus defensores podía ver a un joven Augusto B. Leguía, quien con entusiasmo animaba a sus compañeros.

El viento me lleva a ver al Reducto número 3, donde se encontraba el Batallón 6, al mando del también abogado y un dignísimo esposo Narciso de la Colina. Observar ahí al niño héroe Manuel Bonilla repartiendo municiones y limpiando fusiles, me hace creer que aunque se respire la muerte el olor es de orgullo.
Tropas de línea al mando de Justo Pastor Dávila se forman entre nuestros bastiones. Es increíble, el valiente capitán de Navío Juan Fanning, quien estuvo a cargo de repeler el bloqueo al puerto del Callao, ha venido hasta aquí formando su batallón Guarnición de Marina.

Fui bordada rápida e improvisadamente y no tenía mucho tiempo de estar en lo más alto. Nunca había visto el cielo tan azul como ese día, tenía pocas horas de vida, sin embargo en el Reducto 2 ya era muy querida.

De las diez fortalezas que hicimos únicamente tres verán la batalla de cerca y el Coronel Andrés Avelino Cáceres será quien nos guíe a la resistencia. ¡Dios mío!, puedo ver al ejército chileno avanzar, están tan cerca que podemos oír su marcha, sus arengas son estremecedoras y sus cánticos retumban los lugares por donde pasan.

Cuando el viento deja de soplar sobre mi tela, caigo a descansar por un instante al palo de madera en el que fui izada y note al valiente Enrique Bolognesi que me observaba, en su rostro se podía ver nostalgia y tristeza. Recuerdo verlo con la cabeza vendada y aún sangrante, no estuvo mucho tiempo pues este no era su lugar y debía marcharse. ¡Gracias!, le dije en silencio, mientras se retiraba cojeando.

Bandera original que flameó en el Reducto 2 
Nuestro comandante Ramón Ribeyro nos alienta con coraje, era la hora de la verdad, el primer disparo se escucha a lo lejos, nadie sabe quién lo hizo pero fue suficiente para arrastrarnos a la batalla. Jamás podía presagiar que este reducto ubicado en lo que es ahora la avenida Benavides, sería el más sangriento de todos.

La gesta se prolongó hasta casi caer la noche y era impensado creer que podíamos resistir tanto tiempo siendo tan solamente civiles. ¡Increíble!, Dios está de nuestro lado, estamos ganando, los regimientos al mando de Cáceres están dominando el terreno. ¡Hay que ayudarlos! quería gritar, el viento me lleva nuevamente a mostrar mis brillos como diciéndome que podemos ganar. De pronto, Dios se descuida y voltea a mirar a otro lado, la tragedia comienza a hacerse presente: nadie refuerza las líneas del Taita y mientras él gritaba a los nuestros a seguirlo, fuego de metralla le perfora la pierna y lo hace caer.

Sus gritos de dolor eran desgarradores, ¡ayúdenlo por favor!, quería gritar. No podía seguir viendo tal horrible escena, el viento cambia de rumbo y me obliga a ver lo que pasa en mi reducto. La sangre no dejaba de correr aquí, uno a uno mis defensores fueron cayendo, algunas balas impactaban en mi soporte, era cuestión de tiempo para que yo también caiga. Lo admito, envidio a los que yacen muertos porque su historia terminó, pero la mía aunque caiga seguirá, por un trofeo me tomarán prisionera, mis colores perderán su brillo y seré exhibida seguramente en tierras extranjeras.

Narciso de la Colina cae en su Reducto 3 y mi niño héroe Manuel Bonilla es aniquilado por quererlo ayudar, las siete trincheras restantes que no participaron en la batalla eran flanqueadas por la espalda. Cuando Dios vuelve la mirada hacia nosotros ya era tarde, Chile avanza y lo hace a paso cada vez más demoledor.

Mi jefe a cargo Ramón Ribeyro es herido, mi impresión ya era tanta que no podía atinar a nada, tan sólo esperar el golpe decisivo que me baje de lo alto de mi soporte. Muchos muertos y heridos, imposible contarlos. La batalla continuaba en algunos rincones pero ya nada se podía hacer.

Los invasores comienzan a rematar a mis soldados y yo solamente podía mirar. De pronto, rápidamente se me baja del palo de madera, y mientras descendía podía ver la cara de terror en los cadáveres, el enemigo me encontró y ahora estoy en su merced pensaba. Al llegar a tierra un soldado me sostiene delicadamente y me guarda entre su ropa, yo estaba maltratada por las balas que llovían, pero estaba viva. Un defensor peruano me había rescatado y me cubre con su sangre, jamás me sentí tan protegida como ese día en que lo perdimos todo. No estuve presente en todas las batallas pero sabía que esta era la más cruel de todas.

 ¡Estás a salvo!, me dijo el soldado con una pequeña sonrisa y mientras se limpiaba las heridas del rostro, nos marchamos lejos de lo que sería la batalla más trágica y pura de todas, nos alejamos de la batalla de Miraflores...  


Agradecimiento: Parque Reducto de Miraflores y museo de sitio Andrés Avelino Cáceres


2 comentarios:

  1. ME ENCANTO EL RELATO DE UNA HISTORIA VIVIENTE QUE HIZO SUYA LOS ACONTECIMIENTOS QUE SUCEDIERON Y QUE HOY EN DÍA SE DEBEN RECORDAR COMO UN SENTIMIENTO PATRIÓTICO DE VALOR Y CORAJE QUE NOS DEJARON UN PUEBLO UNIDO CON UN SOLO IDEAL DE ESCRIBIR NUESTRA HISTORIA CON SANGRE COMO EJEMPLO DE AMOR A LA PATRIA

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por su comentario don Manuel, esperamos seguir bajo esa premisa y llegar con estos relatos a cada vez más peruanos, saludos.

      Eliminar